El Regalo de la Compasión

Un fin de año más.
Pero no cualquier año. Para muchxs el 2021 ha sido un año retador. La pandemia que parece no acabar, inestabilidad en el país, pérdidas y mucha polarización. A veces pareciera que estamos en constante conflicto con las circunstancias, con los demás, con sus ideas, con otras formas de ver la vida. Y a eso le sumamos nuestro constante conflicto interno: con nuestros pensamientos, con nuestra mente, con lo que sentimos. Pareciera, a veces, que estamos en una carrera de producir, lograr, llegar a algún lugar y a todo ello se suma ese deseo de sanar, de mejorar, de tener bienestar, que ahora parece un item más a la lista interminable de cosas por tachar. Y a fin de año queremos nuevas metas, nuevos propósitos, nuevas versiones. Más exigencias a la lista de cosas que tengo que ser y hacer.

No digo que esté mal tener metas u objetivos. Pero sí cabría preguntarse qué tanta atención le damos a ello, y qué tanto de nuestro valor lo asociamos a estos logros y a estas versiones imaginarias de lo que podríamos ser. Y si es que quizá podríamos, este fin de año, otorgarnos el regalo de la autocompasión, de la aceptación radical. De poder descansar un momento, aunque sea un momentito, en la idea de que tal y como estoy HOY, está bien.

¿Cómo sería tu vida si no pensaras que hay algo malo en ti? ¿Cómo te sentirías si despertaras un día sabiendo que lo que eres hoy es suficiente?

Esto de la autocompasión a veces parece contraproducente: Si es que no pensara que hay algo malo en mí, acaso no me conformaría con ser mediocre, o dejaría de tener motivación de ir tras las cosas que quiero y necesito? Y requiere cierta práctica para empezar a entender que NO, no necesitas cargar constantemente con la idea de que necesitas cambiar, que algo de lo que eres hoy no es suficiente y merecedor. Más bien investigaciones alrededor de la compasión demuestran que las personas que la practican se sienten menos frustradas cuando se equivocan, se perdonan más rápido y eso hace que lo vuelvan a intentar con más fuerza y ligereza.

Uno puede crecer y avanzar desde el autocuidado, y menos desde el control.
Más desde el amor, que desde la aversión a unx mismx.
Hacer las cosas no desde el rechazo a lo que eres, sino porque te amas con tanta fuerza que reconoces lo que necesitas para continuar.

Y es así como quiero terminar este año y empezar uno nuevo: siendo más amable conmigo misma, llevándome de la mano y con amor por los altos y bajos de la vida, siendo mi propia compañera, sosteniéndome en los momentos retadores, sin culpa, sin juicios, y celebrando los regalos de la vida con orgullo y con permiso incondicional de disfrutar esta vida fugaz, pasajera y misteriosa. Porque, al final de tu vida, qué es lo que va a importar?

Mi respuesta (personal) a esa pregunta es: Al final lo único que va a importar es cuánto amor y respeto tuve por la vida que hay en mí y a mi alrededor. Y confío en que todo lo demás puede desprenderse de esa idea.  No necesitamos controlar cada pasito que damos, no necesitamos fiscalizar cada cosa que hacemos, comparando, jugando y evaluando nuestro desempeño en cada área de la vida. La vida no es una competencia ni una carrera, la vida está para ser vivida. Con nuestro caos, nuestro desorden y nuestra imperfección. Y de esa aceptación surge la libertad. La verdadera libertad.

Espero que tengas un feliz fin de año y que empieces el 2022 siendo más amable contigo y con la vida que hay en ti.

Te regalo una práctica de fin de año para que descargues (está en PDF) y puedas empezar a darle a tu vida un poquito más de compasión y amor. Eso es lo único que necesitas en este momento.