Cuando Ganar No Es Lo Importante
El año pasado me metí a un taller montaje de teatro musical. Para los que no saben lo que es, un taller montaje es como un “curso” de teatro que dura unos meses (el mío duro 4), en el que te enseñan actuación, canto, baile, y al final los alumnos montan una obra teatral, que en este caso fue un musical. No saben cómo me divertí esos 4 meses, además que aprendí muchísimo y el resultado fue genial: la obra quedó estupenda, ¡e incluso tuve uno de los papeles más importantes! Así que cumplí mi sueño de pararme sobre un escenario, cantar y bailar (y que me aplaudan jaja). Obviamente eso requirió de algunos sacrificios, como ensayos hasta tarde o los fines de semana, porque todo lo que uno hace siempre requiere de dedicación para que salga bien, ¿no?
Y después de que muchos amigos y familiares fueran a verme (y que, de hecho, les gustara mucho lo que vieron), lo que más me preguntaron fue: ¿y ahora te vas a dedicar al teatro?, ¿vas a continuar con otro taller montaje?, y de mi familia cercana: ¿para qué estás haciendo esto? Y la verdad es que amé la experiencia, y me encantaría repetirla algún día, pero no, no me quiero dedicar al teatro. En realidad lo hice porque quería vivir un musical de cerquita, quería pararme sobre el escenario, quería aprender, quería cantar y bailar. Nada más. Sólo eso.
Volviendo al presente -y como ya sabrán por mis publicaciones- hace un tiempo ando aprendiendo caligrafía; y veo que me hacen las mismas preguntas: ¿vas a vender cuadros con mensajes?, ¿vas a escribir invitaciones?, ¿para qué estás aprendiendo eso? Y la respuesta es la misma: porque me gusta, porque quiero aprender, porque me relaja, porque me divierte. No, no me quiero dedicar a la caligrafía, ni nada que tenga que ver con eso. Sólo quiero aprender. ¿Por qué no?
Y así podría dar mil y un ejemplos de todas las veces que me metí a clases/cursos/talleres (los que me conocen saben que amo meterme a clases de todo), y que me preguntaron las mismas cosas. Claro, algunos de estos cursos sí tuvieron que ver con mi profesión, ¡pero sinceramente la mayoría no! Y es que lo que hacemos no necesariamente tiene que tener un fin económico o trascendental. Es cierto que necesitamos de una profesión o una ocupación para poder mantenernos, pero creo que es igual de importante que, en la medida de nuestras posibilidades (que generalmente son mucho mayores de lo que creemos), ocupemos nuestro tiempo en hacer cosas que nos gusten, que nos diviertan y nos llenen el corazón por el purito gusto de hacerlo. Sin ninguna finalidad importante. Sólo hacerlo y disfrutar.
Entonces, mi recomendación de hoy es esa: atrévanse a hacer eso que les mueve, que les inspira, que les divierte. Solemos ponernos muchas excusas para no hacer eso que genuinamente queremos: no tengo tiempo (siempre hay tiempo, aunque sea el fin de semana), no tengo dinero (hay muchas clases o actividades gratis o con costos razonables), estoy muy viejo (nunca es tarde para empezar algo), o nos dejamos llevar por estereotipos absurdos que nos hacen pensar que no “servimos” para tal o cual actividad, o que no encajamos en ello (si quieren leer mi post sobre los estereotipos, léanlo aquí). Y nada más alejado de la verdad. La vida está hecha para recolectar experiencias. Y claro, habrá buenas y malas (o como prefiero llamarlas, “aleccionadoras”), pero en la medida de lo posible vayamos detrás de esas que nos llenen el corazón y nos hagan vibrar. Así sea clases de jardinería, de esgrima, parapente, aprender a tocar un instrumento o bailar tap. No importa la edad, porque no estamos buscando competir, o destacar, o que nos paguen por ello (¡aunque quién sabe!), sólo disfrutar y aprender algo nuevo. Además que en esa variedad solemos encontrar una motivación diaria, salir de la rutina, conocer nuevos amigos, y un gran etcétera.
En verdad estamos muy acostumbrados a hacer las cosas siempre con un propósito “importante”: para sobresalir, para tener éxito, para tener algún beneficio económico, para obtener aprobación del resto. Y, ¿saben? Muchas veces es nuestro Ego el que busca que siempre seamos trascendentales en cada cosa que hacemos. Y créanme si les digo que pueden ser más felices y sentirse más plenos sin esa necesidad de ganar (plata, fama, popularidad, beneficios, aprobación) en todo. Repito, creo que sí es vital tener una ocupación que nos dé sustento, pero solemos quedarnos en esa superficie, y tratamos de verle siempre esa utilidad a las cosas, buscando un “¿para qué?” a lo que hacemos, cuando hay tanto que podemos hacer sólo con el fin de disfrutar y de renovarnos día a día, y -claro- ser mejores. Pero para nosotros y por nosotros.
Así que ya saben, vayan detrás de eso que los mueve, siempre. Aprendan de todo, conozcan un poco de cada tema. Van a ver que a veces eso es lo que uno necesita para ver la vida con otros ojos, para cambiar de perspectiva, para ayudarnos a superar algún tema emocional, y para darnos bienestar en general. Así que cuando estén a punto de poner mil excusas o preguntarse si deberían o no experimentar algo nuevo, mejor pregúntense: ¿Por qué no? A veces no necesitamos razones importantes, o sacar utilidad de las cosas. A veces el fin es la actividad en sí misma :)
Namasté.
P.D. Cuéntenme, ¿qué es eso que siempre han querido aprender y aún no se animan?