¡Adios Estereotipos!
Siempre me costó encajar en un perfil definido. Tengo gustos muy diversos, muy distintos entre sí, y es por esto que ha sido siempre un poco complicado para mí el sentirme parte de un grupo establecido. Me pasó cuando estudiaba medicina, pues hay de alguna forma un “perfil” del estudiante de medicina, y yo no me sentía identificada en ese perfil. Y luego, cuando me orienté a la medicina complementaria, conocí muchas personas (que quiero y admiro) que practican, al igual que yo, reiki y otras terapias afines, y que también de alguna forma tienen un perfil definido; son personas más espirituales, más desprendidas. Y si bien yo me considero una chica espiritual, tampoco soy de las que andan meditando todos los días (aunque trato), sino que a veces me provoca ir al Jockey a comprarme de todo, o salir de fiesta el fin de semana. Y si pues, eso no es lo más desprendido ni lo más elevado, pero también siento que es esa parte terrenal que todos tenemos porque, bueno, vivimos en el planeta tierra, ¿no?
Y bueno, así podría dar mil y un ejemplos, como cuando la gente se entera que soy médico y no lo pueden creer, o me dicen, ¿pero terminaste la universidad? Claro, porque tengo el pelo pintado de color magenta, algunos piercings, y soy lo menos formal del mundo. Acto seguido, me preguntan que cuántos años tengo, digo que 32 y flipan. ¡Es que hay tantos estereotipos! Y estos pesan sobre todo en las mujeres. Que cómo tienes que vestir (minifalda a los 50, ¿estás locaaa?), lo que tienes que hacer a tal o cuál edad, si te tienes que casar, si tienes que tener hijos… ¡Uf! Y si a eso le sumas los estereotipos propios de cada ocupación, es como si nos quisieran hacer encajar en categorías establecidas, cuando la realidad es que cada ser humano es un mundo de posibilidades infinitas. Irrepetibles. Y comento todo esto porque conozco muchas, muchas personas que viven bajo la presión de esos estereotipos. Que no se dan permiso de hacer lo que genuinamente sienten y quieren. Y sé lo difícil que es. Sé que no es fácil mandar al diablo esos “dictados” de la sociedad. Lo he vivido en carne propia mil veces. Y esas mil veces han hecho cuestionarme si el camino que sigo es el correcto. “Yo no soy como las demás (terapeutas/médicas/inserte grupo), quizá no sirvo para esto”. “Yo no soy lo suficientemente (espiritual/seria/formal/inserte adjetivo) para hacer esto o aquello”. Pero luego me di cuenta que la verdad es que cada quien es lo que es. No hay que seguir modelos, no hay que seguir fórmulas exactas, no hay que encajar en ningún lado. Cada uno puede construirse y deconstruirse como quiera. Cada quien es libre de decidir qué quiere hacer, cómo lo quiere hacer, y en el tiempo en que lo quiere hacer, pues todos tenemos nuestro propio ritmo. Sin importar si eres hombre o mujer, joven o no tan joven, o si tienes tal o cuál profesión. Sin importar para qué lo quieres hacer, pues no todo tiene que tener un fin exacto. A veces el fin es sólo disfrutar, sólo ser (¡hablaré de eso en un próximo post!).
Hace poco, una amiga me comentó que le gustaría escribir sobre cómo ser feliz, cómo lograr sentirte conforme con tu vida y en paz contigo misma. Y me mencionó que sentía que las chicas que generalmente escriben de esto (y tienen blogs o libros) encajan en este perfil de “chica que hace yoga, que medita y que come súper saludable o es vegetariana o vegana o crudivegana o algo de eso”, y que ella no es así. Ella (mi amiga) no necesariamente come súper saludable, ni hace yoga, ¡ni ninguna actividad física en realidad! Y, ¿por qué alguien como ella no podría escribir de bienestar? Claro que puede. Cada quien tiene su forma de vivir el bienestar, la salud, la paz mental. Y a veces estos perfiles pre-concebidos ponen algunas dudas sobre la validez de nuestras experiencias o nuestros deseos.
Con todo esto, no estoy haciendo una crítica a quienes sí encajan en estos estereotipos. Los que naturalmente son así. Por ejemplo, cuando estudiaba medicina conocí personas que dedican casi toda su vida a la medicina, a estudiar, a trabajar, a actualizarse, a trabajar en un hospital o clínica, a hacer guardias. Y si eso es lo que te gusta ¡está bien! A lo que quiero llegar es a que no todos nos orientamos por las mismas cosas, y en vez de juzgarnos los unos a los otros, podemos empezar por aceptarnos. En principio, aceptarnos nosotros mismos. Abrazar nuestras aparentes contradicciones y quererlas, y ser fieles a ellas. A veces puede parecer difícil separarse de esos mandatos, pero vale la pena. Y vale la pena porque en ese mar de combinaciones estamos nosotros, y somos únicos. Y siendo auténticos y reales somos más felices.
Escúchense. Oigan que es lo que quiere su corazón y háganlo, en la medida de lo posible. Y exprésenlo sin temor. Siempre habrá personas que nos juzguen (¡es inevitable!) así que da igual si son más o menos :)
Empiezo yo, para los que no me conocen: Soy Pamela. Soy médica y me dedico a las terapias complementarias (mal llamada medicina alternativa). Tengo 32 años y el pelo de colores y piercings y algunos tatuajes. Me gusta el rock y bailo reggaetón. Soy espiritual y me gusta ir de compras. Me gusta meditar y me gustan las fiestas. Soy feminista y amo pintarme los labios. Me gusta escribir y leer. Me gusta la música (toqué piano muchos años) aunque ya no me dedique a ella. Me gusta hacer deporte. Me gusta comer rico. Amo los animalitos y estoy en transición a una dieta vegetariana (¡aún como pescado!). Amo viajar (¿quién no?). Amo tomar fotos y amo los selfies. Y por eso, por todas esas aparentes contradicciones que son parte del todo que me conforma, y porque quiero reconciliarlas, abrazarlas y expresarlas, es que quiero que mi blog sea un poco más diverso, un poco más fiel a lo que soy, y así poder escribir de más variedad de temas, siempre con el bienestar como centro.
Así que les doy la bienvenida a mi blog Flor de Loto “reloaded”.
Y ustedes, cuéntenme. ¿A qué estereotipos se han tenido que enfrentar?
¡Que tengan una linda semana! :)
Namasté.